El día que descubrieron una bóveda secreta en la antigua casa de Urquiza

2023-02-22 18:33:43 By : Ms. Celeste Lin

La antigua casa de Urquiza en Paraná, en Monte Caseros y 25 de Mayo.

El edificio de calles Monte Caseros y 25 de Mayo, sucursal del Correo, volvió a ser noticia por el anuncio de su puesta en valor para que allí funcione la Universidad Nacional Juan L. Ortiz, cuya creación espera la aprobación del Congreso de la Nación. Fue un compromiso que asumió el presidente Alberto Fernández este lunes, durante el acto que encabezó en Paraná.

Como se dijo, se trata de un edificio histórico, que ha sido testigo durante casi un siglo de la vida de la capital entrerriana. Antes, en ese mismo lugar existió la residencia del presidente de la Confederación Argentina, Justo José de Urquiza, que luego fue demolida para dar paso a la actual construcción.

La antigua casa de Urquiza en Paraná, en Monte Caseros y 25 de Mayo.

El inmueble con la fisonomía que hoy tiene fue inaugurado en 1932, tras ser construido por el Ministerio de Obras Públicas de la Nación para ser destinado a las oficinas de Correos y Telégrafos. Esas oficinas ya venían funcionando en el edificio original desde fines del siglo XIX y se trasladaron transitoriamente a otro lugar –Corrientes y Rosario del Tala– durante los años en que se ejecutaron las obras.

Es conocido que de la residencia de Urquiza se conservaron los dos leones de mármol de carrara que estaban en los patios de la casa presidencial y ahora están en la fachada. El resto fue demolido. Cuando se llevó adelante la demolición, los obreros encontraron algo desconocido que motivó una “leyenda misteriosa y extraña”.

El 14 de mayo de 1930, El Diario publicó una noticia titulada: “El descubrimiento de una bóveda subterránea en el viejo edificio del Correo, ha provocado en la fantasía popular, una leyenda misteriosa y extraña”.

La crónica –hace pocos años difundida por el Archivo General de Entre Ríos– daba cuenta de ruidos extraños que decían escuchar los obreros que trabajaban en la vieja casa donde vivía Urquiza y de “restos de huesos fosilizados, al parecer humanos” en la bóveda descubierta.

La bóveda subterránea…

Los obreros que trabajan en la demolición del viejo edificio que hasta hace poco tiempo, ocuparan las oficinas del Correos y Telégrafos, situado frente a la plaza principal de nuestra ciudad, días pasados, mientras se hallaban ocupados en sus tareas, descubrieron que en el subsuelo de ese pedazo de tierra, se oían ruidos misteriosos.

Intrigados y presurosos por descubrir la causa de ese fenómeno, llegaron, a fuerza de golpes de picos y palas, al punto mismo del hecho, descubriendo con lógico asombro, una bóveda subterránea, de cuya entrada, abierta súbitamente, se desprendían aires viciados.

Como cabe suponer, el estupor y el asombro se apoderó de ellos. Y exaltados por la imaginación popular que desde hace varios años viene tejiendo en torno a ese edificio una oscura leyenda, decididos se propusieron indagar el origen de la bóveda que ante ellos se presentaba sugerente y extraña.

Se oían ruidos misteriosos…

Enterados del hecho, ayer por la tarde decidimos visitar el edificio.

Uno de los obreros que nos atendió, interrogado por el cronista, repuso:

—Desde hace varios días se venían sintiendo ruidos misteriosos. Un llamado persistente, como si alguien golpeada desde abajo, nos sobresaltó muchas veces, hasta suspender el trabajo para oír mejor… Pero apenas cesaban los golpes de nuestras palas y picos, abajo dejábanse también de oír esos ruidos roncos.

Comprendiendo la sorpresa de ese buen hombre que se prestó gentilmente a las declaraciones, nos decidimos de inmediato a inspeccionar la bóveda descubierta.

Al principio la tierra removida y la obstrucción de los escombros, no nos permitió ver, pero, después, cuando nuestra vista se acostumbró a la semi-oscuridad reinante, pudimos distinguir con sorpresa y emoción, restos de huesos fosilizados, al parecer humanos…

—También –continuó nuestro interrogado– desde hace varias noches unas fosforescencias raras se adherían a estos paredones. Y confieso –siguió diciendo el buen hombre– que tuve miedo…

Un leve temblor en su voz nos confirmó lo dicho.

¡Fosforecencias raras!... Por un instante quedamos en silencio convencidos de la sinceridad de sus palabras, pero al instante también pudimos resolver el problema del fenómeno, que hoy ya no asombraría ni a un profesor de Física de Facultad irigoyenista.

Enterados por fin de lo que queríamos saber, resolvimos sacar las fotografías que ilustran la presente nota. Como podrá observar el lector en una de ellas, la que muestra con más detalle la entrada de la bóveda, se puede percibir claramente el tamaño de la abertura que da paso al fondo de la misma.

Y para terminar diremos que esta casa perteneció al general Justo José de Urquiza; residencia que ocupó después de la Convención Nacional del año 53, siendo presidente del país.

Este domingo a la salida de un boliche en San José, se registró una pelea. A uno de los agredidos, lo llegaron a patear en la cabeza.