El cajero destrozado con explosivos por una banda en la avenida Blasco Ibáñez de Valencia. / j. martínez
Una pistola o un cuchillo, unos minutos de tensión y un buen plan de huida bastaban en las décadas de los 80 y 90 para robar una bolsa llena de billetes en una sucursal bancaria. Dinero fácil para algunos ladrones y manchado de sangre para otros, como El Solitario, condenado a 47 años de cárcel por asesinar a dos guardias civiles, los
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión